Tipos de obras

Texto

Géneros

Literatura > Literatura didáctica o de divulgación > Ensayo

Movimientos socio-culturales

Edad Contemporánea > Feminismo

Edad Contemporánea > Pensamiento contemporáneo (desde final del s. XIX) > Antropología filosófica

Obra

La guerra contra las mujeres

Fecha de producción: 2016

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Edad Contemporánea > Feminismo

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Obras

“Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua, en la frontera norte de México, es un lugar emblemático del sufrimiento de las mujeres. Allí, más que en cualquier otro lugar, se vuelve real el lema «cuerpo de mujer: peligro de muerte». Ciudad Juárez es también, significativamente, un lugar emblemático de la globalización económica y del neoliberalismo, con su hambre insaciable de ganancia.  

La sombra siniestra que cubre la ciudad y el miedo constante que sentí durante cada día y cada noche de la semana que allí estuve me acompañan hasta hoy. Allí se muestra la relación directa que existe entre capital y muerte, entre acumulación y concentración desreguladas y el sacrificio de mujeres pobres, morenas, mestizas, devoradas por la hendija donde se articulan economía monetaria y economía simbólica, control de recursos y poder de muerte.  

Fui invitada a ir a Ciudad Juárez durante el mes de julio de 2004 porque el año anterior dos mujeres de las organizaciones mexicanas Epikeia y Nuestras Hijas de Regreso a Casa me habían oído formular lo que me pareció ser la única hipótesis viable para los enigmáticos crímenes que asolaban la ciudad; unas muertes de mujeres de tipo físico semejante que, siendo desproporcionadamente numerosas y continuas a lo largo de más de once años, perpetradas con excesos de crueldad, con evidencia de violaciones tumultuarias y torturas, se presentaban como ininteligibles. 

[…] 

Existen dos cosas que en Ciudad Juárez pueden ser dichas sin riesgo y que, además, todo el mundo dice (la policía, la Procuraduría General del República, la fiscal especial, el comisionado de los derechos humanos, la prensa y las activistas de las ONG); una de ellas es que «la responsabilidad por los crímenes es de los narcos», remitiéndonos a un sujeto con aspecto de malhechor y reafirmando nuestro terror a los márgenes de la vida social; la otra es que «se trata de crímenes con móvil sexual». 

[…] 

La impunidad, a lo largo de estos años se revela espantosa, y puede ser descrita en tres aspectos: 1) ausencia de acusados convincentes para la opinión pública; 2) ausencia de líneas de investigación consistentes; y, consecuencia de las dos anteriores, 3) el círculo de repetición sin fin de este tipo de crímenes. 

[…] 

Imposible no recordar Ciudad Juárez cuando leemos a Hannah Arendt:  

“Los movimientos totalitarios han sido llamados «sociedades secretas montadas a la luz del día». Realmente [...] la estructura de los movimientos [...] nos recuerda en primer lugar ciertas características de esas sociedades. Las sociedades secretas forman también jerarquías de acuerdo con el grado de «iniciación», regulan la vida de sus miembros según un presupuesto secreto y ficticio que hace que cada cosa parezca ser otra diferente; adoptan una estrategia de mentiras coherentes para engañar a las masas de afuera, no iniciadas; exigen obediencia sin reservas por parte de sus miembros, cuya cohesión se mantiene por la fidelidad a un líder frecuentemente desconocido y siempre misterioso, rodeado, o supuestamente rodeado, por un pequeño círculo de iniciados; y estos, a su vez, son rodeados por semiiniciados que constituyen una especie de «amortiguador» contra el mundo profano y hostil. Los movimientos totalitarios tienen todavía en común con las sociedades secretas la escisión dicotómica del mundo entre «hermanos por pacto de sangre» y una masa indistinta e inarticulada de enemigos jurados [...] distinción basada en la absoluta hostilidad al mundo que los rodea. [...] Tal vez la más clara semejanza entre las sociedades secretas y los movimientos totalitarios resida en la importancia del ritual [...] [Sin embargo] esa idolatría no prueba la existencia de tendencias pseudorreligiosas o heréticas [...] son simple trucos organizacionales, muy practicados en las sociedades secretas, que también forzaban a sus miembros a guardar secreto por miedo y respeto a símbolos truculentos. Las personas se unen más firmemente a través de la experiencia compartida de un ritual secreto que por la simple admisión al conocimiento del secreto.” (Arendt 1998: 425-427)  

Pero ¿qué Estado es ese? ¿Qué liderazgo es ese que produce el efecto de un totalitarismo regional? Es un Segundo Estado que necesita de un nombre. Un nombre que sirviera de base para la categoría jurídica capaz de encuadrar en la ley a sus dueños y la red de complicidad que controlan. Los feminicidios de Ciudad Juárez no son crímenes comunes de género sino crímenes corporativos y, más específicamente, son crímenes del Segundo Estado, del Estado paralelo. Se asemejan más, por su fenomenología, a los rituales que cimientan la unidad de sociedades secretas y regímenes totalitarios. Comparten una característica idiosincrática de los abusos del poder político: se presentan como crímenes sin sujeto personalizado realizados sobre una víctima tampoco personalizada, un poder secreto abduce a un tipo de mujer, victimizándola, para reafirmar y revitalizar su capacidad de control. Por lo tanto, son más próximos a crímenes de Estado, crímenes de lesa humanidad, donde el Estado paralelo que los produce no puede ser encuadrado porque carecemos de categorías y procedimientos jurídicos eficientes para enfrentarlo. Es por eso que sería necesario crear nuevas categorías jurídicas para encuadrarlos y tornarlos jurídicamente inteligibles, clasificables: no son crímenes comunes, es decir, crímenes de género de motivación sexual, o de falta de entendimiento en el espacio doméstico como afirman frívolamente agentes de la ley, autoridades y activistas. Son crímenes que podrían ser llamados de Segundo Estado o crímenes de corporación, en los que la dimensión expresiva del control totalitario prevalece. Entiendo aquí «corporación» como el grupo o red que administra los recursos, derechos y deberes propios de un Estado paralelo, establecido firmemente en la región y con tentáculos en las cabeceras del país. Si invirtiésemos los términos por un momento y dijéramos que el telos o finalidad del capital y de «los mandamientos de la capitalización» no es el proceso de acumulación, porque eso significaría caer en una tautología (la finalidad de la acumulación es la acumulación; la finalidad de la concentración es la concentración) y, por lo tanto, estaríamos describiendo el ciclo cerrado de un fin en sí mismo; si, en lugar de eso, dijésemos que la finalidad del capital es la producción de la diferencia mediante la reproducción y ampliación progresiva de la jerarquía hasta el punto del exterminio como expresión incontestable de su éxito, concluiríamos que solamente la muerte de algunos es capaz de alegorizar idóneamente y de forma auto-evidente el lugar y la posición de todos los dominados, del pueblo dominado, de la clase dominada. Es en la exclusión y su significante por antonomasia, la capacidad de supresión del otro, que el capital se consagra. ¿Y qué más emblemático del lugar de sometimiento que el cuerpo de la mujer mestiza, de la mujer pobre, de la hija y hermana de los otros que son pobres y mestizos? ¿Dónde podría significarse mejor la otredad producida justamente para ser vencida? ¿Qué trofeo serviría mejor de emblema a la prebenda de óptimos negocios más allá de cualquier regla o restricción? Esa doblemente otra mujer emerge así en la escena como el lugar de la producción y de la significación de la última forma de control territorial totalitario -de cuerpos y terrenos, de cuerpos como parte de terrenos- por el acto de su humillación y supresión. Nos encontramos, así, frente al sin-límite de ambas economías, simbólica y material. La depredación y la rapiña del ambiente y de la mano de obra se dan la mano con la violación sistemática y corporativa. No olvidemos que rapiña, en español, comparte su raíz con rape, violación en inglés. Si esto es así, no solamente podemos afirmar que una comprensión del contexto económico a gran escala nos ayuda a iluminar los acontecimientos de Ciudad Juárez, sino también que las humildes muertas de Juárez, desde la pequeña escala de su situación y localidad, nos despiertan y nos conducen a la más lúcida lectura de las transformaciones que atraviesa el mundo en nuestros días, mientras se vuelve, a cada instante, más inhóspito y aterrador” .

Segato, Rita (2016) La guerra contra las mujeres, Madrid. Traficantes de sueños. Fragmento: 1. La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Territorio, soberanía y crímenes de Segundo Estado, pp. 33 y ss 

Información de la obra y contexto de creación

La guerra contra las mujeres es un texto en el que Segato realiza una síntesis de las tesis que ha ido modelando a lo largo de muchos años de investigación antropológica. En resumen, sostiene que la expresión patriarcal-colonial de la modernidad ha supuesto la prioridad del patriarcado como apropiador del cuerpo de las mujeres en tanto que primer espacio de colonización. Partiendo de esta realidad considera que solo se podrá alcanzar la paz de género desmontando el patriarcado y la pedagogía de la masculinidad, y “domesticando la política”, es decir, humanizándola, “repolitizando” las estructuras en clave femenina. Concluye que se trata de una propuesta no utópica, sino tópica, cotidiana, del proceso y no del producto. 

Algunas intelectuales que podemos poner en relación por contexto e intereses son: Colectivo Las Tesis: grupo feminista chileno, que creó el himno basado en las propuestas de Segato, “El violador eres tú”. Defienden que el violador es el Estado y no el individuo, y la violación no es un acto sexual sino de poder; Silvia Federici: desde el marxismo autónomo y el feminismo radical, en 2004 escribió su obra más emblemática Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva, en la que expresa su crítica a la teoría de la acumulación primitiva de Marx; Marcela Lagarde: política, académica, antropóloga e investigadora mexicana, especializada en etnología, representante del feminismo latinoamericano. Ha acuñado el término feminicidio para describir la situación en Ciudad Juárez, México; Hannah Arendt: filósofa y teórica política alemana, posteriormente nacionalizada estadounidense, de religión judía. Su libro Eichmann en Jerusalén. Un informe sobre la banalidad del mal fue su obra más polémica y conocida. Sagato se refiere a ella en su obra La guerra contra las mujeres. 

En este enlace se puede encontrar la obra de libre acceso. (consultada: 7/1/2022) 

https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/map45_segato_web.pdf 

Indicaciones

Este texto es apto para la asignatura de Valores éticos de 4ºESO, especialmente en La reflexión ética. 

 

Documentos

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