Biografía
Hiparquía nació en Maronea (Tracia) entre el 376 y el 373 a.e.c., en el seno de una familia aristocrática, y murió en Atenas ca. el 280 a.e.c. Tras la conquista de Maronea por parte de Filipo II de Macedonia, en el año 355 a.e.c., su familia se trasladó a Atenas, donde Hiparquía entró en contacto con el filósofo Teofrasto, que llegó a Atenas ese mismo año.
Gracias a su hermano, Metrocles, considerado un modelo ejemplar del modo de vida cínico, conoció a un discípulo de Diógenes de Sinope, el filósofo cínico Crates de Tebas, de cuya dialéctica quedó prendada hasta el punto de convertirse en su discípula y, después, en su compañera sentimental, rechazando pretendientes pertenecientes a la aristocracia y amenazando con el suicidio, si sus padres no consentían en su unión.
Fue la única mujer en el círculo de este movimiento filosófico contestatario, llamado cinismo antiguo, fundado por Antístenes (ca. 445-post 366) y que se consolida en Grecia en el siglo IV a.e.c. en torno a la figura de Diógenes de Sinope, llamado el “Perro”, y de sus discípulos, y pervive hasta el siglo V, ya que el último filósofo cínico conocido, Salustio, mantiene relación con la escuela neoplatónica de Proclo en Atenas.
El cinismo se entrega a la protesta y a la provocación, rompe de una manera deliberada con las costumbres y las convenciones sociales. El término “perros” (kines, de donde deriva la palabra cínico) alude a la franqueza y naturalidad del comportamiento de sus seguidores -que viven y se conducen como los perros-, a lo que se une una desvergüenza e indiferencia total ante las acciones consideradas moralmente indignas, como masturbarse o mantener relaciones sexuales en público.
Hiparquía, pues, como seguidora del movimiento, se apartó totalmente de las actividades tradicionales asignadas a la mujer en la Grecia antigua. Respecto a esta actitud, nos han llegado algunas anécdotas, la más famosa transcurre en un banquete organizado por el diádoco Lisímaco al que llegó acompañando a su pareja, Crates de Tebas. Se encontró allí con Teodoro, llamado el Ateo, a quien le propuso un sofisma: “Lo que no cabría llamar delito, si lo hiciera Teodoro, tampoco cabría llamarlo delito, si lo hiciera Hiparquía: Teodoro no comete delito si se golpea a sí mismo, luego Hiparquía tampoco lo comete si golpea a Teodoro”.
Teodoro no supo responder a la argumentación (Diógenes Laercio, VI, 97) y, a cambio, le arrancó el vestido, provocación ante la que Hiparquía ni se alarmó ni quedó azorada como hubiera sucedido con cualquier otra mujer, sino que, cuando Teodoro, retomando el verso de Eurípides (Bacantes,1236), con ironía le dijo: “¿Esta es la que abandonó la lanzadera en el telar?”, ella le respondió: “Yo, Teodoro. ¿Es que te parece que he tomado una decisión equivocada sobre mí misma, al dedicar el tiempo que iba a gastar en el telar en mi educación?” (Diógenes Laercio, VII, 98).
Tras las anécdotas sobre la vida de Hiparquía no hay que tratar de hallar un sistema, pues precisamente contra eso se rebelan los cínicos, sino un hilo filosófico conductor que se expresa en una manera de vivir coherente con la naturaleza.
Desgraciadamente, nada, o casi nada, sobrevive de la literatura cínica antigua sobre Hiparquía. La principal fuente es el libro VI de Diógenes Laercio, concretamente el parágrafo doxográfico 96-98, que recibe una influencia estoica y que ha tergiversado determinados aspectos doctrinales insertos en la biografía a ella dedicada.
La actividad filosófica de Hiparquía se consagra fundamentalmente a la lógica. Diógenes Laercio no menciona ninguna obra de ella, pero la Suda enumera los siguientes escritos sobre argumentaciones silogísticas y proposiciones ingeniosas: Hipótesis filosóficas, Epiqueremas y Cuestiones a Teodoro de Cirene, llamado el Ateo. Nada se conserva de estos escritos.
La opción de vida que emprende Hiparquía sigue la senda de una mujer libre, a contracorriente de la sociedad griega de su tiempo, situándose al mismo nivel que sus compañeros hombres, en consonancia total con el ideal cínico que defiende la igualdad de los sexos y de todos los seres humanos.
Junto con su pareja sentimental, Crates de Tebas, fue maestra de Zenón de Citio, fundador del estoicismo, considerándoseles nexo entre la escuela cínica y la filosofía estoica.
A su muerte, de la que desconocemos cualquier detalle, los filósofos cínicos instauraron una fiesta anual en su honor en Atenas, en el Pórtico Pecile, denominada Kinogamia (“matrimonio de perros”), como una forma de celebrar la incorporación de la mujer al mundo de la filosofía cínica.