El orden democrático se logrará tan sólo con la participación de todos en cuanto personas, lo cual corresponde a la realidad humana. Y que la igualdad de todos los hombres, «dogma», fundamental de la fe democrática, es igualdad en, no en cuanto a cualidades o caracteres: igualdad no es uniformidad. Es, por el contrario, el supuesto que permite aceptar las diferencias, la rica complejidad humana, y no solo la del presente, sino la del porvenir. La fe en lo imprevisible.
María Zambrano (2011). Persona y democracia, Obras Completas, Vol. III, Barcelona: Galaxia Gutenberg, pp. 500-501)