El fascismo fue una de las grandes ideologías totalitarias que surgió y se desarrolló en el periodo de entreguerras en Europa. Debido a que, en lo relativo a las mujeres, pretendía mantenerlas apartadas de la vida política y pública, el encaje de las mujeres se hace a través de organizaciones fascistas femeninas como la Sección Femenina en España, reflejo de otras existentes en otros países y que tuvo un gran paralelismo con la rama femenina del nacionalsocialismo alemán. A pesar de esa negación de la proyección exterior de las mujeres, muchas lograrán tener una dimensión pública destacada.
En Italia, en los inicios de la década de los años veinte, encontramos a Inés Donati, política seguidora de la primera ola del movimiento fascista italiano.
En el Reino Unido y procedentes del sector más duro del sufragismo encontramos a algunas mujeres que, en el crisol ideológico de entreguerras, evolucionan a posturas filofascistas como Rotha Lintorn Orman que en 1923 fundó el primer grupo fascista británico, los British Fascisti, grupo que se disolverá ante la aparición del British Union of Fascists (BUF) en los años treinta, de Oswald Mosley. Mary Allen, Norah Elam y Mary Richardson representan también esta línea británica.
En España, Mercedes Formica compaginó sus ideales falangistas con la defensa de los derechos femeninos, lo que le llevó a "chocar" con el nacional-catolicismo franquista.
Afiliadas junto con Mercedes Sanz-Bachiller a la primera Sección Femenina fueron María Victoria Eiroa, María de la Mora, Elisa de Lara, Teresa Loring y Mónica Plaza.
Pilar Primo de Rivera tuvo muchas diferencias con Mercedes Sanz-Bachiller, en relación a la Sección femenina, y con María Rosa Urraca Pastor, quien dirigía la organización “Frentes y Hospitales” y que procedía del carlismo.