«Poco después me invitó el ministro del Punjab, Shabaz Sharif, para hablar en Lahore en una gala sobre la educación. Estaba creando una red de nuevas escuelas que denomina Colegios Daanish y entregando portátiles gratuitamente a los alumnos, aunque cuando los encendías lo primero que aparecía era su foto en la pantalla. Para motivar a los estudiantes de todas las provincias daba premios en dinero a los niños y niñas que hubieran obtenido mejores notas en los exámenes. A mí me entregó un cheque por medio millón de rupias, unos 4.500 dólares, por mi campaña en pro de los derechos de las niñas.
Fui vestida de rosa a la gala y por primera vez hablé públicamente sobre cómo habíamos desafiado el edicto talibán e ido a la escuela en secreto. «Conozco la importancia de la educación porque me arrebataron por la fuerza mis lápices y mis libros —dije. Pero las niñas de Swat no tememos a nadie. Hemos seguido estudiando».
Más tarde, estaba en clase un día cuando una de mis compañeras dijo: «¡Has ganado un gran premio y medio millón de rupias!». Mi padre me dijo que el gobierno me había concedido el primer Premio Nacional de la Paz, recién instituido. No podía creerlo. Aquel día fueron tantos periodistas a la escuela que se convirtió en un estudio de noticia».
Yousafzai, Malala., & Lamb, Cristina. (2013). Yo soy Malala. Madrid: Alianza Editorial, p. 165.