Es contemporánea de las filósofas pitagóricas Aesara de Lucania, autora del tratado Sobre la naturaleza humana y Perictione I, que escribió Sobre la armonía de las mujeres y Sobre la sabiduría, así como de la reina Olimpia de Ëpiro, la guerrera iliria Cinane.y las poetas Ánite de Tegea y Erina de Telos.
Anteriores a ella y dentro de la escuela pitagórica, encontramos a la sacerdotisa de Delfos y profesora de Pitágoras Temistoclea (c. 600 a. e. c.), a la esposa de Pitágoras y dirigente de la escuela, tras la muerte del filósofo, Teano de Crotona (c. 550 a. e. c) y a sus hijas Arignota de Samos, Damo de Crotona y Myia, a la cual se le atribuye una carta a Phylis sobre las necesidades del recién nacido según el principio de armonía.
Como representantes de la Academia y discípulas de Platón vivieron en el s. IV a. e. c. Lastenia de Mantinea y Axiotea de Fliunte. También en el s. IV destacó la científica y filósofa neoplatónica Hipatia de Alejandría.
La única filósofa cínica cuyo nombre trascendió, a pesar de no haber sido la única, fue Hiparquía de Maronea que vivió y obró en pie de igualdad con su marido Crates de Tebas a la manera cínica. Escribió tres libros pero no se conserva ninguno de ellos: Hipótesis filosóficas, Epiqueremas y Cuestiones a Teodoro llamado el Ateo.
Dentro de la escuela de Epicuro, en el s. III, Temista de Lámpsaco y Leontino mantenían correspondencia con su maestro y eran reconocidas por la grandeza de su intelecto.
En Roma, encontramos en el s. I a la estoica Porcia, mujer de firmes convicciones políticas, que repudió la dictadura de Julio César y apoyó a su marido, Bruto, cuando decidió acabar con aquél. También Arria la Mayor, su hija Arria Cecina y su nieta Fania, rebelde política contra Nerón, representaron los valores estoicos de la gravitas, la constantia y la castitas. En el s. II-III, Cornificia, hija del emperador Marco Aurelio y Faustina la Menor, practicó los principios estoicos incluso en su ejecución por suicidio forzado.
Entre las filósofas de escuela incierta cabe destacar a la maestra de retórica Aspasia (s. V a. e. c.) y a Julia Domna, la llamada “emperatriz filósofa” (s. III).